Sunday, November 24, 2024
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Si eres pobre, un tratamiento de fertilidad suele ser un sueño inaccesible


El primer embarazo de Mary Delgado se desarrolló según lo previsto, pero cuando lo intentó de nuevo siete años más tarde, no pudo concebir.

Después de 10 meses, Delgado, que ahora tiene 34 años, y su pareja, Joaquín Rodríguez, fueron a ver a una ginecóloga obstetra. Las pruebas mostraron que tenía endometriosis, una afección que estaba interfiriendo con la concepción.

La única opción para Delgado, según la doctora, era la fertilización in vitro (FIV).

“Cuando me lo dijo, me destrozó”, contó Delgado, “porque sabía que era muy costosa”.

Delgado, que vive en Nueva York, está inscrita en Medicaid, el programa de salud federal-estatal para personas con bajos ingresos. El costo aproximado de $20,000 de una ronda de FIV supondría un esfuerzo económico para cualquiera, pero para alguien que está bajo Medicaid —cuyos ingresos máximos anuales para un hogar de dos personas en Nueva York son algo más de $26,000— el tratamiento puede resultar inalcanzable.

Las grandes empresas suelen promocionar la ampliación de los planes de seguros laborales para que cubran los tratamientos de fertilidad, incluida la congelación gratuita de óvulos y los ciclos ilimitados de FIV, como un beneficio para sus empleados.

Pero las personas con ingresos más bajos, a menudo de minorías, tienen más probabilidades de estar cubiertas por Medicaid o por seguros más limitados que no tienen esta cobertura. Esto plantea la cuestión de si la asistencia médica para crear una familia es sólo para personas acomodadas o con generosos paquetes de beneficios.

“El sistema de salud estadounidense no quiere que los pobres se reproduzcan”, afirmó Delgado quien no trabajaba para cuidar a su hijo, que nació con un raro trastorno genético que requirió varias intervenciones quirúrgicas antes de cumplir los 5 años. Su pareja, que trabaja para una empresa que se encarga del mantenimiento de los taxis amarillos de la ciudad, tiene un plan individual a través del mercado de seguros estatal, pero no incluye cobertura de fertilidad.

Algunos expertos médicos cuyos pacientes se han enfrentado a estos problemas dicen entender por qué las personas en la situación de Delgado piensan que el sistema está en su contra.

“Te hacen sentir así”, señaló Elizabeth Ginsburg, profesora de obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina de Harvard y presidenta electa de la American Society for Reproductive Medicine (ASRM).

Sea o no intencional, muchos aseguran que esta desigualdad genera una mala imagen de Estados Unidos.

“Es algo que llama la atención en una nación que proclama preocuparse por los menos afortunados y que trata de hacer todo lo posible por ellos”, dijo Eli Adashi, profesor de ciencias médicas en la Universidad Brown y ex presidente de la Society for Reproductive Endocrinologists.

Sin embargo, los esfuerzos por agregar la cobertura de los tratamientos de fertilidad a Medicaid se enfrentan a muchas resistencias, según Ginsburg.

A lo largo de los años, Barbara Collura, presidenta y CEO de Resolve: The National Infertility Association, ha escuchado muchas explicaciones de por qué no tiene sentido cubrir el tratamiento de fertilidad para los beneficiarios de Medicaid. Dijo que los legisladores se preguntan: “Si no pueden pagar un tratamiento de fertilidad, ¿tienen idea de lo que cuesta criar a un hijo?”.

“Así que, como país, estamos juzgando quién puede tener hijos y quién no”, dijo Collura.

También persiste el legado del movimiento eugenésico de principios del siglo XX, cuando los estados aprobaron leyes que permitían esterilizar contra su voluntad a personas pobres, no blancas y discapacitadas.

“Como defensora de la justicia reproductiva, creo que tener un hijo es un derecho humano, y ofrecer apoyo es una cuestión ética de gran envergadura”, afirmó Regina Davis Moss, presidenta y CEO de In Our Own Voice: National Black Women’s Reproductive Justice Agenda.

Pero a la hora de establecer la cobertura —especialmente cuando está implicada la red de salud pública— a veces hay que tomar decisiones difíciles, porque los recursos son limitados.

Mary Delgado sits on a couch in her home with one arm around her young son, Joaquin (left). She holds her one-year-hold daughter, Emiliana, in her other arm. Mother and son smile at the camera, while Emiliana sleeps.
Años después de tener su primer hijo, Joaquín (izq.), Mary Delgado descubrió que tenía endometriosis y que la FIV era su única opción para volver a quedar embarazada. La noticia de su médico “me destrozó por dentro”, dijo Delgado, “porque sabía que sería muy caro”. Delgado, que es beneficiaria de Medicaid, viajó más de 300 millas de ida y vuelta para realizar una FIV de menor costo, y ella y su pareja, Joaquín Rodríguez, utilizaron los ahorros que habían reservado para una casa. Su hija Emiliana ya tiene casi un año.(Joaquin Rodriguez)

Incluso si los programas estatales de Medicaid quisieran cubrir los tratamientos de fertilidad, tendrían que sopesar ese beneficio frente a la inversión en otros tipos de atención, incluida la de maternidad, señaló Kate McEvoy, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Directores de Medicaid. “Se reconoce como primordial y urgente la atención materna”, afirmó.

Medicaid paga alrededor del 40% de los nacimientos en Estados Unidos. Y desde 2022, 46 estados y el Distrito de Columbia han optado por ampliar la cobertura posparto del programa a 12 meses, frente a los 60 días anteriores.

Los problemas de fertilidad son relativamente comunes y afectan a un 10% de las mujeres y los hombres en edad fértil, según el Instituto Nacional de la Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD).

Tradicionalmente, se considera que una pareja es infértil si lleva 12 meses intentando el embarazo sin éxito. El año pasado, la ASRM amplió la definición de infertilidad para incorporar a los aspirantes a padres más allá de las parejas heterosexuales, incluidas las personas que no pueden quedarse embarazadas por razones médicas, sexuales o de otro tipo, así como las que necesitan intervenciones médicas como óvulos o esperma de donantes para lograr un embarazo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la infertilidad como una enfermedad del aparato reproductor caracterizada por la imposibilidad de quedarse embarazada tras un año de relaciones sexuales sin protección. Considera que el elevado costo de los tratamientos de fertilidad es un importante problema de equidad y ha pedido mejores políticas y financiación pública para mejorar el acceso.

Independientemente de cómo se defina el problema, los planes de salud privados suelen negarse a cubrir los tratamientos de fertilidad porque no los consideran “médicamente necesarios”. Veinte estados y Washington, DC tienen leyes que obligan a los planes a ofrecer algún tipo de cobertura de fertilidad, pero esas leyes varían mucho y sólo se aplican a las empresas cuyos planes están regulados por el estado.

En los últimos años, muchas empresas han comenzado a ofrecer tratamientos de fertilidad en un intento por reclutar y retener al mejor talento profesional. En 2023, el 45% de las empresas con 500 empleados o más cubrían la FIV y/o la terapia farmacológica, según la consultora de prestaciones Mercer.

Pero eso no ayuda a los beneficiarios de Medicaid. Sólo los programas de Medicaid de dos estados ofrecen algún tratamiento de fertilidad: Nueva York cubre algunos medicamentos orales para mejorar la ovulación, e Illinois cubre los costos de preservación de la fertilidad, para congelar los óvulos o el esperma de las personas que necesitan un tratamiento médico que probablemente las dejará estériles, como el del cáncer. Otros estados también consideran agregar servicios de preservación de la fertilidad.

En el caso de Delgado, Medicaid cubrió las pruebas para diagnosticarle endometriosis, pero nada más.

Por eso buscó en Internet opciones de tratamiento y encontró un grupo de clínicas llamado CNY Fertility que parecían mucho menos caras y que además ofrecían financiación interna. Con sede en Syracuse, Nueva York, la empresa cuenta con un puñado de clínicas en ciudades del norte del estado y en otros cuatro lugares de Estados Unidos.

Aunque Delgado y su pareja tuvieron que viajar más de 300 millas, ida y vuelta, a Albany para someterse a los procedimientos, el ahorro valió la pena. Pudieron realizar un ciclo completo de FIV, incluidos los medicamentos, la extracción de óvulos, las pruebas genéticas y la transferencia del óvulo al útero, por $14,000. Para pagarlo, utilizaron $7,000 del dinero que habían ahorrado para comprar una casa y financiaron la otra mitad a través de la clínica de fertilidad.

Delgado quedó embarazada al primer intento y su hija, Emiliana, tiene ahora casi un año.

Delgado no tiene nada en contra de las personas con más recursos o mejor cobertura, pero le gustaría que el sistema fuera más equitativo.

“Tengo un problema médico”, dijo. “No he hecho la FIV porque quiero elegir el sexo”.

Una de las razones por las que CNY es menos costosa es sencillamente porque la empresa, de propiedad privada, decide cobrar menos, explicó William Kiltz, su vicepresidente de marketing y desarrollo empresarial. Desde sus comienzos en 1997, la empresa se ha convertido en una gran clínica con un gran volumen de ciclos de FIV, lo que contribuye a mantener los precios bajos.

En este momento, más de la mitad de sus clientes no viven en el estado, y muchos ganan bastante menos que un paciente típico de otra clínica. El 20% gana menos de $50,000 y “tratamos a un buen número de pacientes con Medicaid”, dijo Kiltz.

Ahora que su hijo, Joaquín, está matriculado en una buena escuela, Delgado ha empezado a trabajar para una agencia que presta servicios de salud en el hogar. Después de trabajar 30 horas semanales durante 90 días, podrá optar por un seguro médico.

Uno de los beneficios: cobertura de fertilidad.



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